
Antes de que los Europeos nos descubriesen, ya en las diferentes culturas existentes en Latinoamérica y América, se creía en algo, como el sol, la luna, serpiente entre otros, es decir, es como algo genético que a la humanidad nos mueve por dentro, el instinto natural de creer en algo. Los europeos nos impusieron la religión católica haciéndonos olvidar nuestras creencias en su mayor parte, pero no lo hicieron en las zonas como la selva, pues eran inaccesibles para ello.
EL SOL Y LA LUNA
Pero el caso es que el hombre, aun cuando se le ha impuesto Un Dios, hijo y espíritu, se ve en la necesidad de creer en algo más o alguien más, alguien que abogue por él, ya que cree que no es escuchado por el Dios que sus padres le enseñaron a creer y para ello busca formas celestiales como una virgen en una pared húmeda o el rostro de Jesucristo en un árbol, cosas así.
Es común ver por algún rincón de la cuidad o carretera del país una cruz con el nombre de algún humano que no pudo escapar de su tragedia, y es común ver también que cuando se rinde culto a los muertos permanecen con alguna flor y velas, a menos hasta que dure la ceremonia, pero no es común ver que este pequeño altar se mantenga todo el año con flores y velas y que sea visitado por mucha gente, gente que jamas la o lo conocio.
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